
San Raimundo Abad de Fitero
Un gran hombre, un gran Abad, un gran Santo
Orígenes.
Un misterio aún hoy en día.
El origen de san Raimundo se pierde en la niebla de los tiempos y diversas son las localidades que se atribuyen su nacimiento; Saint Gaudens en Francia, Tarazona, en Aragón y la propia Barcelona, aunque es la primera la que cuenta con más probabilidades tiene de ser la cuna del Santo. Tampoco se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento, estimándose que pudo ser a finales del siglo XI o comienzos del siglo XII.
En la catedral de Tarazona fue canónigo y después monje en el monasterio de Scala Dei, (Tarbes, Francia). En las tierras del Moncayo extendió la Orden del Cister. Se instaló en Yerga, con el monje Durando como abad y él, Raimundo como Prior. En 1141 se trasladaron a Nienzebas, en la misma comarca, y allí fue nombrado en 1148 abad. Pronto Yerga y Nienzebas, quedarán como pequeñas dependencias, de la gran abadía definitiva que surgirá en Santa María de Fitero (Navarra), de donde Raimundo será su Abad.
La defensa de la fe.
"Leones al son de trompetas, corderos al toque de campanas".
"Santo, Padre, vamos a la guerra contra los moros". "Vamos a la guerra!". De esta manera despertó una noche Fray Diego Velázquez a San Raimundo, con el ímpetu de un soldado para que éste se pusiera el frente de tropas cristianas en la defensa de Calatrava.
Al abandonar Calatrava los monjes del Temple, el flanco quedaba desguarnecido. El abad Raimundo, creyó que ahora le pedía el Señor este servicio, marchó a Toledo con el monje Diego Velázquez, para ofrecerse al Rey, que había ofrecido la plaza de Calatrava al valiente que, audaz, aguardara allí a los musulmanes. Nadie se atrevía. Pero Diego era un héroe y su abad un santo. Se encomendaron al Señor y se ofrecieron. Los medios, Dios los daría, pues la causa era buena. Don Raimundo, abad del monasterio cisterciense de Fitero, asesorado por el monje Diego Velázquez, que había sido guerrero, aceptó el reto. Al no ofrecerse más alternativas, el Rey entregó Calatrava a los monjes de Fitero. Raimundo predicó con fervor una cruzada y logró reunir hasta veinte mil hombres en las orillas del Ebro para defender y habitar aquella comarca. A los que se añadieron los que había conseguido organizar Diego Velásquez en las cercanías de Calatrava.
La ciudad de Calatrava, junto al Guadiana, había sido arrebatada a los árabes por Alfonso VII en 1147. Calatrava tenía una gran importancia estratégica como baluarte avanzado de Toledo ante los moros. Mientras tanto, Diego, antiguo guerrero, organizaba la resistencia, entrenaba a los cruzados, guerreaba con los enemigos y salvaba la plaza. Ante tal multitud, los árabes huyeron hacia el sur. Los cortesanos, avergonzados, se burlaban de tan quijotesca aventura. Humanamente, tenían razón. Fue un gesto heroico, porque el abad era diestro en cantar salmos y transcribir manuscritos, pero no en empuñar las armas y guerrear. "Y lo que parecía locura, fue un éxito, como a Dios plugo".
Ciruelos
"Ora et labora"
En Ciruelos murió el santo abad en el año 1163, y, como dice el Rey Sabio en la Crónica General "enterráronle en dicha villa y allí face Dios milagros por él".
Uno de los primeros datos que tenemos sobre Ciruelos señala que una vez cedida la localidad por Alfonso VII a los señores Pelayo Pérez y Pedro Díaz Marrón, ambos la donaron a su vez a don Raimundo, abad de Fitero y fundador de la Orden de Calatrava. La comunidad de frailes poseyó en el término de Ciruelos una hospedería en un terreno en el que según algunas crónicas hubo un monasterio templario tiempo atrás.
En el año 1157 la mitad de la villa de Cirilos (antes llamada Perusa y luego Ciruelos) era propiedad de la citada Orden de Calatrava y la otra mitad la poseía un judío llamado Ben Judá, el cual la donó al rey para que éste a su vez la entregase a los caballeros de Calatrava a cambio de ciertas tierras en Illescas. Sabemos que en el año 1176 el castillo de Ciruelos sería cedido a esta orden.
Raimundo sería enterrado en el monasterio de Ciruelos, aunque llegado el año 1471 su cuerpo es trasladado desde Ciruelos hasta el toledano convento Bernardo de Monte Sión, ubicado a poco más de media legua del puente de San Martín, obedeciendo este traslado al mandato de don Luis Núñez, canónigo de la Santa Iglesia de Toledo quien poseía autorización para ello a través de una bula del Papa Paulo II, mediante la cual podían trasladar el cuerpo hasta Monte Sión. El problema es que los vecinos de Ciruelos no estaban de acuerdo con aquél traslado pues consideraban que debía quedarse allí enterrado. Según las crónicas los frailes robaron el cuerpo del santo y se lo llevaron «a medio día no habiendo gente en el pueblo y cerraron la puerta para hurtarle». El cuerpo fue ubicado en la capilla de la Visitación de Nuestra Señora, depositándose en un arca labrada de plata, aunque en el año 1590 se cambió a la capilla mayor, en el lado de la epístola, por orden de fray Marcos de Villalba -general de la orden y abad de Fitero en aquellos momentos- colocándose los restos en un suntuoso sepulcro con el siguiente epitafio: «Aquí yace el Bienaventurado Fr. Raymundo, Monje de esta Orden, primer Abad de Fitero, por quien Dios ha hecho muchos milagros; el cual de licencia de el Rey Don Sancho el Deseado, defendió a Calatrava de los moros, e instituyó en ella la Orden militar de Calatrava. Murió año de mil y ciento y sesenta y tres: trasladóse aqui año de mil y quinientos y noventa».
Allí descansaron sus restos hasta que, en el siglo XIX tras la exclaustración monacal, se llevaron a la catedral de Toledo, ubicándose en la actualidad en la capilla del Ochavo en una preciosa urna rematada con la cruz calatrava.
Aún en el templo actual permanecen escondidos los lugares donde estuvo la urna que guardaba los restos de San Raimundo, y será labor de los estudiosos añadir piezas en la historia del Abad en su vinculación con Ciruelos.
En la iglesia queda como recuerdo la reliquia de este Santo, y transcribimos el contenido del documento que actualmente se encuentra en la sacristía de la Parroquia:
Cédula de donación del Cabildo a la Parroquia 12 de marzo de 1993
Reliquia extraída de la urna que se encuentra en el Ochavo o Relicario de la Catedral.
Es un trozo de una costilla. Está envuelto en damasco rojo, en relicario de plata, con la inscripción:" ex ossibus Sancti Raymundi de Fitero".
Deán del Cabildo: Evencio Cófreces
Párroco de Ciruelos: Miguel Andrés Llorca
Esta reliquia es testigo de la importancia que la localidad tuvo en el pasado y prueba de que históricamente estuvo clara la oposición que hicieron los vecinos del lugar de aquel traslado del santo, ya que ellos consideraban que no debía moverse de allí.
Ciruelos celebra la fiesta de San Raimundo cada 15 de marzo, recordando como no podía ser de otra manera, la historia de este importante Santo fallecido en esta localidad.